viernes, 21 de septiembre de 2018

CAYETANO ÁLVAREZ BERMÚDEZ

...por Francisco Félix Gonzalez García


SEMBLANZA DE TANO ROMPETECHOS


Es difícil que este nombre, Tano, os invoque algún recuerdo de aquellos años que pasamos en el Ramiro, tal vez sí el “apellido”, pero era uno de los profesores que nos acompañaron en esos avatares, que ahora vivo como felices, seguramente porque a pesar de los medios limitados, de los ahorros o austeridad que eran obligados para una familia de cinco hijos, padre funcionario y madre ama de casa, profesión ésta que a la sazón era mucho más atareada, por la carencia de herramientas eléctricas, y electrónicas, dominado como estaba todo por la mecánica, que Ellas (sí, con mayúsculas) desarrollaban, realizando su misión (eso sí que era misión y no la que nos presentan los diseñadores de los planes estratégicos de las empresas) de madres, esposas, renunciando a otros desarrollos personales, de expertas en todo, hasta en microeconomía, con una capacidad polivalente que cuando la cuentas hoy a los “milenians”, piensan que lo que les relatas es la expresión fantasiosa que da salida a una frustrada aspiración personal literaria, vamos, un cuento chino (y nunca mejor dicho).
Pues bien, aunque no os diga nada, este Tano fue profesor de varios de nosotros, y mío, claro, no me acuerdo si en tercero, cuarto o quinto; era licenciado en derecho y daba Formación del Espíritu Nacional. Coetáneo de Giraldo no tenía nada en común con él, aún más en lo que a mí se refiere, ya que una expulsión de su clase, como respuesta a alguna de nuestras chanzas, que nos impuso a otro u otros dos compañeros y a mí, sin que pueda recordar quienes eran él o ellos, me parece que uno podía ser Adrados, Bragado o Moncho Alba, dio lugar a que Don Antonio nos sorprendiera en el campo de futbol, medio escondidos en la zona de las Estatuas o de la Mezquita de Ben Amear, en hora lectiva, y tuviera la deferencia de llamarnos a su despacho, para entregarnos los tan ansiados sobre y carta (¡con la afortunada casualidad que era mi primer trofeo!), que debíamos hacer llegar a nuestros padres. Tano era una persona entonces joven, aunque con unos diez años de más respecto a nos sus pupilos, más bien corto de estatura física, cabeza poderosa, de apariencia nerviosa en sus movimientos, apasionado en el verbo; sorprendentemente, a pesar de la asignatura que impartía, no era nada favorable al Régimen imperante, y tampoco debía ser pusilánime, ya que más de una vez se permitió en clase, ¡en plenos años sesenta!, una crítica política contra quienes gobernaban; más adelante, cuando le volví a encontrar en el devenir de la vida, supe que sus ideas estaba más del lado de los que ocupan los escaños del ala izquierda. Como muchos tenía mote, le pusieron “Rompetechos”.
Le perdí de vista al terminar el bachillerato, y una vez finalizada la carrera de derecho me reencontré con él en los Juzgados Municipales (luego convertidos en Juzgados de Distrito y más tarde desaparecidos), él defendiendo a una aseguradora cuyo nombre evocaba épicas clásicas y me recordaba a la Sra. Criado o a Braña, El Hércules Hispano (compañía española de seguros y reaseguros), yo intentando encontrar los mejores argumentos para que la compañía de los autobuses municipales y sus conductores salieran bien parados de los juicios que se seguían por accidentes con resultado de daños o de lesiones, en un modo de justicia que por su cercanía, rapidez, sencillez y eficacia hoy en ocasiones echamos de menos; compartí con él durante varios años defensas y acusaciones en dichos juicios de faltas, conviviendo las esperas en la antesala de los Juzgados, cuando estos señalaban treinta juicios en una mañana, con lo que no sólo impartían justicia, sino que propiciaban por un lado el nacimiento de amistades, y fortalecían el compañerismo entre los abogados, en general jóvenes, que bregábamos en aquel terreno de juego.
Luego, el cambio de responsabilidades en la EMT hizo que los desplazamientos a los Juzgados y Tribunales se espaciaran mucho en el tiempo, y volví a perder el contacto con el protagonista de esta historia.
Desde hace no mucho voy con cierta frecuencia a la zona de Guisando y por ello visito a veces la cabecera de partido de la zona, Arenas de San Pedro; con motivo de una visita profesional al Notario de Madrid Eusebio Lasso, compañero del Ramiro, aunque mucho más joven que nosotros, y como tantos seguidor fiel de Estudiantes, no sé por qué salió en la conversación Arenas de San Pedro, y al comentarme Eusebio que era un lugar que conocía bien, me acordé de Cayetano, que siempre presumía de ese pueblo; le pregunté por él, resultando que no le conocía ni le sonaba, pero esta circunstancia reavivó en mí el recuerdo de Álvarez, y me juramenté para, en uno de los siguientes desplazamientos a la zona, investigar sobre la vida y paradero de Cayetano.
Cuando voy a Arenas siempre hago transcurrir el trayecto por la carretera CL-501, por tierras del Tietar y del Alberche, pasando por pueblos como Sotillo de la Adrada, donde rememoro a Gómez Lobo y a Saugar Saugar, que si no recuerdo mal eran naturales de allí; el primero como extremo y el segundo como recio defensa completaban, recordáis, junto a Salcedo, Del Cura, Peiró, Echagüe Zorí y algún otro, como pilares, el equipo de fútbol; también ellos me enlazaban con Tano, que sin duda fue su profesor.
Ya  tenía metido entre ceja y ceja el localizarle en alguno de las visitas a estas sierras de Ávila este verano, pero la casualidad aceleró el resultado, ya que hace unos días, habiéndome detenido con mi pareja en las tan repetidas Arenas, y paseando por la calle principal en Dirección al Castillo que llaman de la Triste Condesa, donde tantas intrigas vivió Don Álvaro de Luna, ella encontró un antiguo conocido, un anciano que había sido funcionario en los Juzgados de esa Villa, al que saludó, y oyendo la relación con la justicia del saludado, se me ocurrió que podría saber de la vida de Cayetano, y a mi pregunta, contestó que naturalmente que le conocía, “Cayetano, Tano, el abogado, el hijo del Notario”, y seguidamente, haciendo ese breve paréntesis que seguramente sólo hacen los que ven más cerca el día de la jubilación definitiva de la vida, me dijo que había fallecido hace dos meses.
Tano se ha ido, me he visto privado del placer de estrechar su mano una vez más y de darle un abrazo, pero realmente, como tantos, está entre nosotros, entre esta comunidad vinculada por una cosa aparentemente tan pequeña y tan lejana como el colegio de la infancia y adolescencia, el Ramiro de Maeztu, que algo tuvo que tener para que esto exista y  sea más, mucho más, que una simple nostalgia; por eso me he atrevido a hacer esta semblanza de Cayetano Álvarez Bermúdez, para contribuir modestamente a que su presencia se materialice entre nosotros.

Francisco Félix González García
A: Francis; A (blog): Chino Pelayo
Septiembre de 2018

2 comentarios:

  1. Te aseguro, Francis, que, a estas alturas, es la primera vez que oigo ese nombre. Pensé siempre que el único profesor de F.E.N. en el Ramiro era el "Camarada Paco", así que, gracias por mencionar a "Tano" entre nuestros profesores.

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  2. No estuvo mucho tiempo; nuestros compañeros expertos en las interioridades del Instituto tienen ahí un motivo de investigación en los archivos de la época

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